Visita al museo de recreativas soviéticas
Aprovechando el viaje a otro país para visitar a un pariente lejano, tan lejano el pariente y extenso el país que se encuentra a caballo entre dos continentes, mas concretamente donde se inventó el mítico Tetris, Rusia; reservé una mañana para acercarme a un lugar de culto para los amantes de los videojuegos y sobre todo para los amantes de los arcades, el Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas.
No está en el circuito turístico de la capital rusa, Moscú, pero no se encuentra muy alejado del centro. Gracias al gran entramado de redes de metro con el que cuenta la ciudad, la llegada al museo está prácticamente a un salto de estación. Está en un edificio del cual ocupa dos de sus plantas. En su primera planta y nada mas entrar nos encontramos con una muy elegante y acogedora cafetería donde sacaremos las entradas y donde podremos tomar si nos apetece un delicioso café capuccino o una taza de té, la bebida por antonomasia en Rusia. Junto con el vodka, claro está.
También podemos utilizar una de las varias máquinas expendedoras de la época que te ofrecían un famoso refresco ruso llamado Kvas, una bebida fermentada a base de pan negro que se elabora con trigo, cebada y centeno y que se ha consumido en Rusia desde hace más de mil años y es más antigua que el vodka.
Una vez ya con las entradas en la mano, la entrada son 450 rublos, que al cambio en ese momento eran unos 10 euros mas o menos, nos disponemos a pasar a las salas donde están las máquinas. Hay que decir que con cada entrada te dan un paquetito con 15 monedas de 15 kopeks cada una. Todas las máquinas funcionan con una moneda. Si queréis zurraros con otro, evidentemente el contrincante debe de echar su moneda.
Y ahora pasamos a la chicha. Para lo que de verdad hemos venido. Las dos plantas dedicadas al museo son muy espaciosas y las recres están debidamente separadas unas de otras para que cada partida se pueda jugar tranquilamente sin molestar a los demás. Hay que resaltar este dato pues por lo visto donde se encontraba el museo antes de cambiar a la nueva ubicación era en el sótano de la Universidad Técnica de Moscú y las máquinas estaban prácticamente pegadas unas con otras. Y hablando de recreativas ya sabemos que tener un buen espacio para jugar es vital. Por lo que el cambio de lugar debemos suponer que ha sido un gran acierto y muy adecuado.
Ver tantas recreativas juntas y a la par que tan raras algunas te produce una sensación muy extraña. Te preguntas ¿Dónde estoy? Así que lo primero que hacemos es echar de una vez por todas una moneda en una de ellas. Y no en una cualquiera. En una de las recreativas mas famosas y mas jugadas de la Unión Soviética; Morskoi Boi, la guerra submarina.
Esta recreativa, un juego arcade electromecánico para ser mas exactos, fue lanzado en 1974 y su funcionamiento es sencillo: un periscopio con una ventanilla a cada lado en la que se pueden ver moviéndose siluetas de barcos del bando contrario. Con los mandos movemos el periscopio y cuando creamos que tenemos el barco invasor a tiro pulsamos el botón de disparo y lanzamos un torpedo. Si alcanzamos nuestro objetivo veremos una explosión de luz que ilumina el interior de la máquina.
Se dice que este juego se encontraba dentro de los temidos submarinos soviéticos Typhoon para que los marineros lo usaran en sus tiempos muertos bajo el mar. Y así practicar y mejorar su puntería. Hay que destacar su buen estado de conservación. Una máquina histórica y una auténtica joya.
En España a principios de los 70 en adelante, era muy común entre los jóvenes, y no tan jóvenes, entre copa y copa echarse unas partidas al futbolín. Un popular juego creado por el español Alejandro Finisterre. Ya que siempre ha sido el deporte rey en este país y el mas seguido, era raro no ver una mesa de futbolín en cualquier bar de la esquina. Pues algo así pasaba en la Unión Soviética, pero con otro deporte: el baloncesto. Y ellos también tenían su juego al que darle alrededor de una buena botella de vodka y picarse con los colegas.
El juego es muy sencillo, pero muy adictivo también. Y simple. Dos equipos, uno rojo y otro azul. Quince posiciones de tiro, con quince botones cada una. Y una bola rebotando de un lado al otro del campo al pulsar el botón del número correspondiente en el que haya caído. Y así vamos anotando puntos hasta que se agote el tiempo. Una máquina que puede competir de tu a tu con el futbolín en cuanto a poder de convocatoria alrededor de una de estas mesas. Diversión y risas garantizadas.
Otra máquina muy peculiar que nos podemos encontrar es esta.
Me he tomado la licencia y la he bautizado con el nombre de Daytona USSR. El circuito es completamente circular. En el encontramos a varios coches reales. Salvo el que nosotros manejamos a la hora de jugar, que es uno proyectado a través de un haz de luz. Según pisamos el acelerador vamos adelantando a nuestros oponentes, gastando mucho cuidado de no chocar contra ellos ya que nos penalizan si nuestro ¨deslumbrante¨ bólido toca un coche contrario. El juego es también muy simple, pero lo que de verdad nos llama la atención es la manera que tiene esta máquina de plasmar una carrera de coches y la forma en que es llevada. Una prueba más de que las mentes creativas del bloque soviético no descansaban y se las ingeniaban, y de qué manera, para llevar a cabo sus ideas en el mundo del entretenimiento arcade.
Otra máquina muy curiosa, y a la que nuestro amigo Nico Galis seguro que le encantaría echar no una sino varias monedas, es esta impresionante arcade electromecánica llamada Tankodrome.
La idea es la de acabar con el bando enemigo, moviendo con los joysticks a nuestro tanque por el campo de batalla, el cual lo hace a través de un imán que hay debajo de la mesa. El juego incluye varios sonidos típicos de una batalla, como bombardeos y explosiones, y a su vez también el sonido del tanque al andar. Una recreativa muy pero que muy curiosa.
Y llegamos a la joya de la corona. A uno de los emblemas de Retro entre amigos. El buque insignia de los torneos en cualquier reunión o quedada. El mítico, el inigualable… Pong. Pero no un Pong cualquiera. Yo diría que… EL PONG.
Yo sé de uno que vendería su alma al diablo por poder echar una monedita de 15 kopeks en esta máquina. Y es que no es para menos. Sigue siendo lo mas adictivo y divertido que nos podamos echar en nuestras manos.
La verdad es que es un lugar muy bonito para visitar, independientemente de si eres o no un apasionado de este mundillo, y que te puede traer a la memoria, y recrear en cierta manera, como se lo pasaban los jóvenes soviéticos en aquella época y lugares, que nos parecen ya tan lejanos en el tiempo.
Además de estas máquinas que he comentado, habían muchas más. Máquinas de todo tipo. De tiro tipo Duck Hunt, boleras, pinballs, etc. Y hasta una para aprender las señales de tráfico.
Y para terminar, y a modo de anécdota, una que hizo furor entre los mas jóvenes. Tanto que, acabaron con todas sus monedas en un periquete y acudían a mí para que les diera más.
Las típicas máquinas expendedoras que se ven en las ferias donde por una moneda podemos intentar coger algún peluche con el gancho que controlamos con un joystick. Pero aquí en vez de peluches lo que se encontraba en el interior eran paquetes de los también nostálgicos e históricos caramelos PEZ.
Y yo que pensaba al entrar que donde se gastarían todas las monedas iba a ser en la Daytona USSR o cualquier otra…
Autor de la entrada: Javitronik
Caguen, que envidia, ni idea de que existía ese museo, pensar que en julio estaba al lado y no fui, en fin supongo que mas pronto que tarde con un poco de suerte volvere por allí y me tendrá que sacar mi mujer de ahí con agua caliente jajaja. XDD
¡Un lujazo el paseo virtual por este museo tan espectacular que nos ha brindado nuestro compañero Javi!
¡Gracias!